El Covid-19 y la corrupción llega a la Universidad Surcolombiana

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Es una situación preocupante que lastima la dignidad de los estudiantes, de los egresados, de los docentes y de cualquier ciudadano. La universidad pertenece a la comunidad, somos efímeros en ella pero comprometidos con dejar una mejor educación para nuestros hijos.

Autor: Daniel E Cortés. (Abogado y Docente)

En medio de las dificultades para implementar las clases virtuales por culpa del distanciamiento generado por el coronavirus, la Universidad Surcolombiana (pública del orden nacional desde 1970) también atraviesa por una situación delicada en virtud de unos audios publicados en redes sociales en los que se escucha a Leonel Sanoni Charry (Decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas), Cesar Julián Salas (Representante de los egresados ante el Consejo Superior Universitario) y presuntamente a Nidia Guzmán (Candidata a la rectoría), conversando sobre acciones en contra de docentes que no estén apoyando la candidatura. Por ejemplo, hablan sobre una estrategia cimentada en la persecución a los profesores que no son de sus afectos y revolcando el banco de docentes ocasionales (quienes ingresan por concurso de méritos) con frases como: Salas: A todos esos manes hay que pasarles la factura. ¿Y sabe cómo es la factura?, revuelque esos bancos ocasionales, apenas llegue la profe, hermano, usted revuelque los ocasionales”… “Bueno y si no habla, hay tabla, hermano. Cójalo cortico y donde dé la pata: varillazo, hermano. Así toca porque qué hacemos”.

Respecto de las grabaciones, en sesión del Consejo de Facultad el decano Sanoni expresó: “Estoy tachando la legalidad de las grabaciones, debemos someternos al imperio de la ley, que sea un órgano de control que a mí me diga si yo he obrado mal”. Luego agregó: “Yo no he deshonrado a mi facultad” y afirmó que no renuncia. Lo dicho por el decano es una leguleyada, parece la defensa de un congresista del Centro Democrático. Por encima siempre estará la decencia. Y si eso no es obrar mal, ni siquiera puedo imaginar cuáles serían sus alcances con ese imperativo categórico que tiene en su cosmovisión.

Para renunciar se necesita grandeza, entonces no podemos esperar mucho de la asamblea del 27 de abril, a pesar de que varios docentes le pedirán la renuncia directamente, no es probable que lo haga. Resulta claro que el decano Sanoni debe dar un paso al costado para que permita a la comunidad universitaria reivindicar sus valores con un mensaje de unidad.

La ilegalidad de la prueba se alega ante el organismo de control, no ante la opinión pública que tan solo es veeduría social y ética. Los audios ya reposan en la Procuraduría General de la Nación, y allá será la investigación disciplinaria con el debido proceso, las formalidades inútiles y la mora consabida. Lo más probable es que se consideren pruebas ilícitas por estar en contravía del derecho a la intimidad y no existir autorización de un juez para grabar.

Estas conductas desconocen la misión de la Universidad, en especial la formación íntegra. Además que, se enseña con el ejemplo de buen surcolombiano como el decano lo ha aparentado en los actos oficiales de la Facultad, pero no en la realidad.

Una docente indicó que: “En toda la historia de la facultad, nunca había pasado esto. Hay docentes que llevan 20 años construyendo la identidad de la Facultad, lo cual genera tristeza y asombro. Es una tema de ética más que legal”.

La denuncia fue liderada por Gabriel Orlando Realpe el 23 de abril en el grupo de WhatsApp de los docentes (78) del programa de Derecho, la mayoría callaron porque estábamos rodeados de docentes nombrados a dedo por el decano, otros atónitos ante la magnitud del hallazgo y los demás tal vez esperaban un pronunciamiento del acusado antes de juzgar.  En todo caso, la representante de los estudiantes solicitó la renuncia, enfrentó el temor que generaba la complicada audiencia que la escuchaba. Mostrando la dignidad que representa a la academia.

Recordando que “nuestra cobardía y nuestra desidia tienen la culpa de que el mañana y el ayer sean iguales”(Borges), se precisa ser valiente para exigir respeto por la educación. Al notar que la mayoría guardaron silencio, incluso docentes, me motivé en la historia para convencerme que ese no es el camino correcto, pues omitir equivale a aceptar estas conductas indeseadas en una universidad.

Es una situación preocupante que lastima la dignidad de los estudiantes, de los egresados, de los docentes y de cualquier ciudadano. La universidad pertenece a la comunidad, somos efímeros en ella pero comprometidos con dejar una mejor educación para nuestros hijos.

Lo que se escucha en los audios ya se oía en los pasillos de la Universidad. Eran rumores sobre la injerencia de Salas en la administración de la Facultad, a los cuales no se les prestaba atención por su inverosimilitud. Empero, estos audios ya vislumbran conductas irregulares por medio de la valoración en conjunto de todas las actividades acaecidas desde que inició el periodo del decano Sanoni.

Tal vez en poco tiempo diremos que “era el grande alivio de que hubiera sucedido más temprano que tarde lo que tarde o temprano tenía que suceder” (García Marquez), pues todos habíamos trabajado con orgullo al pertenecer a una impóluta Facultad, ahora tenemos una mancha que podemos limpiar con el trabajo duro que nos caracteriza.

Todos los esfuerzos de los docentes, estudiantes y administrativos se desprecian en unos segundos por el actuar de unos egresados. Me entristece pero no me sorprende lo que está sucediendo.

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