Lo nocivo de lo anterior es que el país no avanza y la sociedad viene somatizando la desgracia que nos asecha.
Por Nestor Pérez Gasca
Estábamos hastiados de los vejámenes de la violencia que en su mayoría era endilgada a las FARC (quienes abusaron de nuestros territorios) aunque en otros lugares de Colombia la desgracia nacía por otros grupos armados (Paramilitares) pero nunca lo sentimos, porque nunca sufrimos el rigor de sus ultrajes, al menos no directamente como nos tocó con las guerrillas en el sur del país, por lo que seguir negando lo desventurado de nuestro pretérito violento, es no querer avanzar; mucho significaría reconocerle sus derechos a las víctimas, a quienes el Estado colombiano les falló y les seguirá fallando, durante muchos años, ¡hasta que no paren los ríos de sangre!
Y es que no se trata de un tema de simple estadística y mucho menos de unos cuantos “pelagatos” de izquierda como lo intentaron hacer ver los defensores del “Uriquismo” (mezcla entre Uribistas que no quieren al presidente Duque, pero se “alimentan” de la burocracia presidencial). En el mismo sentido maltratar e intentar vituperar de un organismo internacional como la ONU (aunque es organismo con decisiones estériles) que viene acompañándonos y recordándonos en que estamos fallando desde hace más de 25 años, no es una actuación sensata ni demuestra patriotismo, en cambio causa vergüenza, es como si nos igualáramos a la Nación de que tanto hemos hablado por no respetar los organismos internacionales (Venezuela).
Adenda: Al decir de Kalmanovitz “Los fondos privados de pensiones y cesantías constituyen uno de los mejores negocios del mundo. Sin mover un dedo, mensualmente les llueven $3,3 billones de utilidades” y no pensionan casi a nadie.