“El caballero de la política”

En 1988 junto a Consuelo González de Perdomo, quien era Secretaria de Educación del Departamento.

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El médico Diego Omar Muñoz Piedrahíta, un intelectual serio y un político vertical.

Por Delmiro Moreno

El miércoles 7 de mayo de 2014 falleció en Neiva el médico Diego Omar Muñoz Piedrahíta, quien había nacido en Palmira (Valle) el 8 de enero de 1927, pero desde infante fue traído por sus padres a Baraya, por lo cual se consideraba auténtico y orgulloso hijo del Huila, cuya gobernación ocupó, nombrado por el presidente Virgilio Barco Vargas, del 10 de julio de 1987 al 4 de noviembre de 1988.

Resumir su vida en unas pocas páginas no es fácil. Médico ilustrado, graduado con honores en la Universidad Nacional con tesis laureada: “La hibernación de los humanos”; casado con la dama Teresa Medina, hija del exgobernador Alfonso Medina Camacho; padre de Juan Manuel, Santiago, Carlos Eduardo y María; exitoso empresario agropecuario; servidor incansable de su pueblo que lo llevó, varias veces entre 1962 y 1966, como uno de los líderes del Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), a los Concejos de Neiva, Campoalegre, Baraya y Villavieja, y a la Cámara de Representantes en 1966; secretario de gobierno del Huila, en 1969, en la administración del gobernador Víctor Alcides Ramírez Perdomo, cayó a las pocas semanas por su proclamación de la candidatura presidencial del opita Misael Pastrana Borrero con la famosa “Carta de Oporapa”, de la que fue autor; co-director del liberalismo con Guillermo Plazas Alcid; de nuevo, Representante a la Cámara en los periodos 1974-1978 y 1978-1982; gobernador del Departamento en la administración nacional de Virgilio Barco (1987-1988); escritor de estilo castigado, repentista jocoso y conversador de singular encanto, Diego Omar Muñoz Piedrahita, “el caballero de la política” como lo definió el exgobernador Julio Enrique Ortiz Cuenca, fue uno de los intelectuales más serios del departamento, poseedor y lector ávido de una selecta biblioteca de variado espectro (es decir, no sólo de obras científicas de medicina, sino de la mejor literatura del mundo: novela, cuento, poesía, historia, política, filosofía, ensayos, biografías), amante de la música clásica, admirador de artistas plásticos. En pocas palabras: un hombre digno del Renacimiento europeo.

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