Los displicentes consumidores

También la mayoría de compras se realizaron por medios electrónicos y con tarjetas de crédito a incontables cuotas, eliminando el ahorro real para los consumidores y pasándolos para los bancos...

Por Néstor Pérez Gasca

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Un claro ejemplo de la clase de sociedad que somos se evidenció el día en que el gobierno nacional, quizás de buena fe, autorizó el aparente descuento del 19% del IVA para la compra de algunos bienes de consumo;  y entonces así darle un pequeño empujón a nuestra moribunda economía que, a pesar de naufragar por los mares de optimismo trágico, de manera mágica se resiste a sucumbir, inexplicablemente.

Es posible que un gran grupo de aquella “vieja raza indígena” como: se refería el inmolado -Jorge Eliécer Gaitán- ya no produzca orgullo para sus defensores, sino ganancias para los mercaderes, sobre todo aquellos propietarios de grandes superficies, quienes se vieron beneficiados por un “supuesto” día de indulgencia tributaria que obviamente no fue creado para los inocentes compradores. La verdad fue que pude comprobar que muchos almacenes inflaron los precios días antes, como también fue cierto que se dejaron de recolectar un billón de impuestos, que quizás hubieran servido para mitigar la crisis social y económica que nos acompaña.

También la mayoría de compras se realizaron por medios electrónicos y con tarjetas de crédito a incontables cuotas, eliminando el ahorro real para los consumidores y pasándolos para los bancos, desafortunadamente, cuanto más fuerte sea la postura de los bancos y el gobierno en su intento de reavivar la economía, peores serán los resultados. La razón es la siguiente: “una política monetaria fácil refuerza el intercambio de nada por algo, debilitando así el proceso de generación de riqueza real, que es el corazón del crecimiento económico”. La verdadera creación de riqueza sólo puede ocurrir como resultado de la expansión de la producción y el ahorro. Considero que lo único que se expandió ese día fue: el ingreso a los bancos y por supuesto la pandemia. Pues con aterrado esmero observé cómo 90 días de cuarentena se perdían por océanos humanos que rebotaban entre sí -como las olas en cautiverio- que me hacían recordar la entrada a los desfiles de San Pedro y la colosal puerta principal de la Misión carismática, el domingo de diezmos.

La verdadera creación de riqueza sólo puede ocurrir como resultado de la expansión de la producción y el ahorro...

Menos mal familias en acción y los auxilios a la tercera edad no tiene franquicia con American Exprés, Visa o Master Card, ya que de un solo tajo la cuota de manejo les “arrebata” el miserable auxilio otorgado y con el cual recaudan votos los políticos. Es que no solo juegan con la dignidad de las personas, sino que se aprovechan de la ingenuidad y el analfabetismo de nuestros adultos mayores y de esos nuevos padres, a los cuales he visto decir: -si no votamos por fulano, nos quitan el auxilio-, y tristemente esos nuevos padres de esa clase joven de la cual se espera sin esperanza que sean el “futuro” de Colombia, manifiestan que: ¡entre más hijos más subsidios! Lo más decepcionante es que se ha generado una nueva generación de analfabetos con crecimiento exponencial, porque aparentemente leen, pero no entienden ni una palabra, esto es obra del internet que ha creado algo que se conoce como analfabetismo funcional, aunque lo que más me causó impresión es que quizás no solo somos sociópatas sino suicidas.

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