Neruda: violó a una mujer; y además, despreció a su hija

En 1943 falleció la hija de Neruda.

Malva Marina murió el 2 de marzo de 1943 a consecuencia de la hidrocefalia.

El 6 de diciembre de 1930, en Batavia, Indonesia, el poeta chileno - cónsul honorario en la isla de Java-, en un club de tenis conoció a María Antonia Hagenaar, “Maryka”, con quien tuvo una hija llamada  Malva Marina.

La niña nació cinco años después de este matrimonio, vino al mundo enferma de hidrocefalia. Lo que la historia cuenta es que el ‘querido’ poeta chileno dedicó parte de su vida a ocultar este hecho, y una que otra vez, sacó tiempo para hablar con desprecio de su hija enferma; que tras la separación la abandonó.

Las evidencias de este episodio son múltiples, pese a que en su época de manera calculada y celosa muchos ayudaron a ocultar. En una carta enviada a su amiga argentina Sara Tornú, dice: “Mi hija, o lo que yo denomino así, es un ser perfectamente ridículo, una especie de punto y coma, una vampiresa de tres kilos”.

La reivindicación de Malva Marina

MalvaPero el destino ha hecho justicia con la historia, y ahora lo que se sabe es a través de unas fotos familiares (tomadas por Hendrik Julsing, su padre de adopción en Holanda, conservadas por su hijo, Fred Julsing, quien creció como hermano de la niña).

Adicional a esto hay dos novelas: Es tan largo el olvido (En het vergeten so lang), de la holandesa Pauline Slot, sobre “Maryka” Hagenaar; y Malva, primera novela de la poeta Hagar Peeters, un monólogo que interpela al padre majestuoso en una suerte de diatriba amorosa. Malva se tradujo al castellano, editada por Rey Naranjo.

“¡Yo! ¡La narradora! ¡Omnisciente! ¡Ja, ja, ja! Si mi padre me escuchara, exclamaría: “¡No me hagas reír!” -cuenta Malva Marina en la voz que le presta la novelista Hagar Peeters- “Hay una gran ambivalencia en la descripción que hizo mi padre de mí como “un ser perfectamente ridículo”, señala.

La separación y el desprecio

nerudEl 18 de noviembre de 1936 Neruda se separa de Hagenaar y verá a Malva por última vez; parte con Delia del Carril, primero a Barcelona y luego a París. Desde entonces comenzó el secreto de su hija, durante años encubierto y solapado con estratégicas veladuras, como la complicidad de la cofradía.

El portal La Vanguardia, señala que el periodista Antonio Reynaldos precisa que, “en medio de la crisis económica y los preliminares de la Segunda Guerra, obligada a trabajar y sin medios para los cuidados especiales de su hija lisiada, sin ayuda alguna de Neruda, Maryka se acerca a la iglesia de Christian Science de La Haya, donde encuentra una guardería para Malva. Allí conseguirá dejarla al cuidado del matrimonio de Hendrik Julsing y Gerdina Sierks, quienes ya tienen otros hijos. Neruda nunca responderá a sus súplicas de que envíe 100 dólares al mes”.

En 2003 Reynaldos contactó en Holanda a Neil Leys, ya anciana, la niñera especial que ayudó a los Julsing. Le contó que por el resto de su vida, Maryka visitó a Malvita cada mes en Gouda, con la mensualidad pagada de su bolsillo.

Los sentimientos de Neruda hacia la figura materna serán de puro rencor. Algunos leen que él atribuye a Maryka la hidrocefalia de su hija: En el poema Maternidad: “Por qué te precipitas a la maternidad y verificas/ tu ácido oscuro con gramos a menudo fatales”.

La muerte de Malva

El 2 de marzo de 1943 Malva Marina murió a consecuencia de la hidrocefalia pero también debido al dogma entre los cristianos científicos, que desalientan la medicina. Neruda se entera en México por un telegrama, que no responde. “La niña no es mencionada en sus memorias ni existe un verso dedicado a ella, más allá de una alusión, de tono autocompasivo, en el poema Enfermedades en mi casa. Y el rastro de Maryka se pierde cuando deja de escribir cartas al poeta reclamándole ayuda económica”, señala La Vanguardia.

La niña es enterrada en el cementerio Ouder Begraafplats, en la orilla este del canal que divide a Gouda. Su tumba fue originalmente señalada por una periodista holandesa, ante el anuncio de que el predio sería desmantelado. Cuenta Reynaldos que Maruca “vivió el resto de su vida en soledad y zozobra. Rastreé todas sus cartas, todas fechadas en piezas alquiladas y pensiones. Había nacido con el siglo y murió en La Haya en 1965, sin el reconocimiento que había esperado por su sacrificio personal”.

La niña y su época

El poeta  Vicente Aleixandre (generación del 27) evidencia la ceguera de Pablo con la enfermedad de su hija. El poeta chileno, así le escribiría a su amigo: “Malva Marina, ¿me oyes? ¡Ven, Vicente, ven! Mira qué maravilla. Mi niña. Lo más bonito del mundo”.

Por si parte, Vicente, relata: “Yo me acerqué del todo y entonces el hondón de los encajes ofreció lo que contenía. Una enorme cabeza, una implacable cabeza que hubiese devorado las facciones y fuese sólo eso: cabeza feroz, crecida sin piedad, sin interrupción, hasta perder su destino...”.

Pero esto no es todo, Federico García Lorca, también amigo del chileno, le escribe un poema, encontrado 1984: “Malva Marina, quién pudiera verte/ delfín de amor sobre las viejas olas, / cuando el vals de tu América destila/ veneno y sangre de mortal paloma”.

La violación

En un par de párrafos en "Confieso que he vivido", el autor recuerda un "encuentro" en su pasado como joven diplomático en Ceilán (actualmente Sri Lanka) con una mujer pobre y paria cuyo trabajo era recoger la lata donde él dejaba sus heces.

"Una mañana, decidido a todo, la tomé fuertemente de la muñeca y la miré cara a cara. No había idioma alguno en que pudiera hablarle. Se dejó conducir por mí sin una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi cama", narra.

"El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia", concluye.

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