Betuel Bonilla, finalista del Concurso Nacional de Novela y Cuento

El escritor huilense, Betuel Bonilla Rojas, fue seleccionado por jurado calificador en el concurso organizado por la Cámara de Comercio de Medellín. Este jueves en la mañana se conocerá el ganador. 

Con el trabajo “Es mejor decirlo”, el escritor huilense Betuel Bonilla Rojas, quedó de finalistas con un selecto grupo de escritores en el XIV Concurso Nacional de Novela y Cuento, organizado por la Cámara de Comercio de Medellín.

Son 10 cuentos meticulosamente trabajados por Betuel, quien se ha ganado elogios no solo de sus discípulos de la Universidad Surcolombiana, sino de los profesores y del mismo centro de estudios, quien, a través de la Facultad de Educación, lo felicitó: “FELICITACIONES, MAESTRO BETUEL BONILLA ROJAS. Deseamos éxitos y que el resultado final sea satisfactorio para usted. Sin dudas estar dentro de los finalistas, ya es un logro que refleja el esfuerzo, la dedicación y la calidad docente con la que cuenta la Facultad de Educación”, señala el texto.

EL CARACOLÍ habló con Betuel, quien nos contó detalles del trabajo “Es mejor decirlo”, con el que logró estar en el selecto grupo de finalistas.

Cuéntenos un poco del trabajo que le permite estar entre los finalistas de este concurso…

“Este es un trabajo que consta de 10 cuentos. Cuando lo contemplé como idea literaria, también contemplé la idea que fuera leído en clave novela. Básicamente es un conjunto de historias que da cuenta de mi existencia, por su puesto deformadas por lo que significa los tiempos del recuerdo y que datan, más o menos, de 1973 y 1974, en que mi familia se va a Bogotá y el retorno, más o menos hacia 1976 (77). En ese periplo, especie de diáspora, más o menos obligada por circunstancias económicas de mi papá. Esas historias están pensadas para ser leídas en clave cuento o en clave novela. Esto implica que el mundo de cada cuento es el de los mismos personajes, seis hermanos, un papá, una mamá y unas tías y primos que irrumpen en uno u otro cuento.

¿Cómo están organizados?

Están ordenados cronológicamente. El primer cuento relata el momento en que salimos de la finca en Santa María y el último cuento es el retorno a Neiva, y el abandono del padre, de manera definitiva, del hogar.

Los personajes tienen el mérito que se repiten en uno y otro cuento. Le ocurren situaciones no extrañas, pero sí anecdóticas a un personaje en un cuento. Varían las cosas en el cuento siguiente y le ocurren cosas a otro personaje, y así se va tejiendo el libro.

Es un libro que puede ser leído en clave literal, quedarnos en la anécdota, o puede ser leído en clave inferencial, buceando más al interior de lo que la anécdota cuenta. Están escritos en una prosa muy sencilla, pero tiene la idea de la manipulación de estrategias narrativas que dan un giro al final y encierran a su manera un análisis de la conducta humana.

¿Por qué ahondó en el pasado de usted y de su familia y no de otra situación?

Porque de alguna manera lo que le pasa a uno también es el reflejo del desarrollo de una sociedad. Entonces el cuento abre con un antecedente de la famosa guerra colombiana a partir de una imagen que está en mi mente que es la de un sótano, en la finca que era de mi papá, que conducía de debajo de la cama, al río Baché. Ese era el escape de mi abuelo que era Conservador, huía en caso de que llegaran los liberales.

Y así se construye esa existencia de familia, va dando cuenta de una realidad social.  La idea de migrar hacia Bogotá creyendo que va a ser el refugio económico y lo que se encuentra uno son situaciones de miseria y nuevos problemas. Al punto de que llegamos a Bogotá en una situación más misérrima de la que nos vamos.

He venido dando saltos, tengo un libro, más biográfico, La ciudad en ruinas, contada en clave calor. Son historias contadas con el estilo de algunos cuentistas de mi afecto y este libro con el que retorno un poco a las huellas de mi pasado.

Todos los escritores tienen una fuente que de alguna u otra forma ‘iluminan’, ¿cuáles fueron esos escritores que estuvieron presentes a la hora de escribir estos cuentos?

Un poco la propensión por la abundancia, que procuro siempre; mucho autor del cánon, pero también mucho autor tradicional, tiene que ver con quitar eso de lo que Blum llama la angustia de las influencias. Es decir, dejar que cosas buenas hagan presencia en la narración del imaginario, pero también dejar que tantas voces terminen anulándose entre sí. Lo que busco es que distintas voces terminen repeliéndose y den lugar a la construcción de un estilo personal.

En este caso no hay una voz decididamente influyente, pero tal vez el referente más parecido sea Relatos reales de Javier Cercas y Un muchacho de Georgia de Erskine Caldwell.

¿Qué significa para usted estar entre los finalistas de este certamen?

En realidad, no quedé de finalista, estoy dentro de los finalistas, mi aspiración última es quedar de ganador. A hoy martes aún no se sabe quién será el ganador. Ya el jueves se sabrá quién de los que aún quedamos como finalistas, será el ganador.

Este premio es muy importante, y quedar de finalista también, más allá de que le den la espalda y le digan que no. Esto le recuerdan la idea de que se va por buen camino.

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