¡La justicia se respeta!

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Por primera vez también rechazamos los actos de barbarie por algunos sectores de la Fuerza Pública, empero, no debemos meter en un solo saco a todos los valientes héroes que ponen sus vidas al servicio de esta patria obstinada...

En los ultimos días, de manera honorable las altas cortes de nuentro país han intentado  cambiar su deslegitimada imagen, prueba de lo anterior ha sido  demostrar la independencia  frente a las presiones del ejecutivo  y las arengas enardeciadas de la muchedumbre que repite de manera soez que: las decisiones judiciales son amañadas y solo tienen intereses  para favorecer a  los “izquierdosos” con sentencias poseídas por el comunismo y la impunidad; situación que quizas, en la coyuntura actual, nunca estuvo más lejos de la realidad, toda vez que el fantasma del castrochavismo y socialismo del siglo XXI ya no enardecen las emociones de la turbamulta, solo un reducido pelotón de melancólicos insiste en continuar enfervorizando las heridas de la guerra más larga de la historia Latinoamericana.

El tema de las FARC  y sus nefastos actos, está desgastado, ya no nos manosean el pensamiento de manera tan unánime, así como miramos con hastío las conductas de los ex-guerrilleros; por primera vez también rechazamos los actos de barbarie por algunos sectores de la Fuerza Pública, empero, no debemos meter en un solo saco a todos los valientes héroes que ponen sus vidas al servicio de esta patria obstinada,   lo digo así, no por ser un apátrida. En efecto, si estos valerosos hombres analizaran que igualmente han defendido con honor nuestra bandera, la cual además representa a un  puñado de  seres que han sido la génesis de nuestras desgracias, por ejemplo,  aquellos que pregonan el odio y la guerra pero nunca han sacrificado un hijo para la misma, antes de surbertir el orden se debería analizar si vale la pena afectar el bien jurídico que es la vida, por una recompesa a prorrata.

Pero todo lo anterior deviene del famosísimo y macabro estado de opinión, el cual es un valuarte para la frenética derecha, con lo cual buscan mantener con fervor la dominada  percepción de que todos los problemas tienen su origen en el ya superado conflicto, por eso promueven la política de tenerle amor al odio; entre tanto, el pasado es inmodificable, lo que sí se puede direccionar es el porvenir.

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