190 años aprendiendo de Bolívar

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Simón Bolívar, el colombiano que se convirtió en el más grande por el amor indeleble que le demostró a su patria durante su agitada existencia sin haber nacido en sus tierras, patria que abarcaba todo el territorio suramericano en su imaginario.

Nació en Caracas- Venezuela el 24 de julio de 1783 y falleció el 17 de diciembre de 1930 a la una de la tarde en la Quinta de San Pedro Alejandrino, la cual en ese momento se encontraba en las afueras de Santa Marta- Magdalena (Colombia). Actualmente la Quinta donde Bolívar murió es un lugar de visita obligado en la Costa Caribe de Colombia, pues la grandeza de libertador se percibe en cada pasillo o habitación de la mencionada Quinta.

El libertador de la Gran Colombia, que para él iba desde Punta Gallinas en la actual Guajira colombiana hasta la Patagonia Argentina, tuvo la fortuna de ser cuidado por un excelso médico en los momentos previos a su deceso, días que mostraron al verdadero Bolívar, al fuerte por la entereza que le dieron las batallas ganadas y al nostálgico por el desprecio que sentía por parte de sus gentes. Incluso, el premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, describió con su excelsa escritura el camino recorrido por Bolívar que culminó en la Quinta de San Pedro Alejandrino en su novela “El General en su laberinto” con frases como “Déjeme como estoy... La desesperación es la salud de los perdidos” logró mostrar la actitud de nuestro Libertador en su batalla más difícil contra la muerte. También nos permitió captar los sentimientos encontrados entre nostalgia y satisfacción cuando indican en la obra que “La inteligencia de su corazón le había enseñado la inutilidad de la gloria”.

En virtud del decaimiento de Bolívar en su salud, por solicitud del General Mantilla, el médico Reverend contactó al Obispo de Santa Marta para que hablara con el paciente, nos cuenta que: “Entonces dirigiéndose a mí S.E., me dijo: "Qué es esto, estaré tan malo para que se me hable de testamento y de confesarme? -"No hay tal cosa, señor, tranquilícese.... varias veces he visto enfermos de gravedad practicar estas diligencias y después ponerse buenos. (…) Lo único que dijo fué: -"¡Cómo saldré yo de este laberinto!". Pero la lucha diaria denotó la cabeza erguida de Bolívar frente su diagnóstico fatal porque “La vida le había dado ya motivos bastantes para saber que ninguna derrota era la última”. Y a propósito del tratamiento médico recibido, permitió crear un lazo de amistad estrecho con el doctor Reverend, pues llegó a decirle al libertador que "A los otros médicos se les mueren tantos enfermos como a mí, decía. Pero conmigo se mueren más contentos". En nuestros días, El libertador Simón Bolívar es omnipresente, es una leyenda cuyos logros y errores en la política, permean el devenir de sus naciones liberadas. Luego de 190 años de su fallecimiento, sus luchas, derrotas, decisiones y su carácter inquebrantable son referentes para la construcción de la memoria histórica de los suramericanas que pretendan entender el pasado y saber porqué somos así en el presente.

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