Quienes pacientemente me han concedido el honor de leer semanalmente las apreciaciones y diatribas mías que este diario publica, han podido apreciar la continuada inconformidad, el profundo descrédito que el gobierno actual me merece. Por lo mismo, espero no quepa duda sobre la independencia de la siguiente opinión, en tiempos en los que estos espacios no pocas veces son pagos o partícipes de algún interés.
Dicho lo anterior, como ciudadano felicito la obtención por parte del gobierno nacional de 40 millones de vacunas contra el coronavirus. En por lo menos dos meses, se anunció, se estaría vacunando a los primeros colombianos, exactamente a trabajadores de la salud e integrantes de la primera línea de apoyo. Este escenario, impensado hace dos semanas, ofrece esperanza a todos, sin duda, después de meses de encierro, de pérdida de proyectos y empleos, así como, desafortunadamente, muchas vidas humanas. Quienes hemos contado con la fortuna de no perder a un familiar o allegado, somos los más agradecidos, pues esperamos pasar indemnes una de las mayores tragedias en la historia reciente de la humanidad.
El papel y el manejo del gobierno en la pandemia han sido, cuanto menos, ineficientes e irresponsables. No podemos olvidar que el elevado número de casos que tenemos se debe en gran medida i) al cierre tardío de los aeropuertos cuando el virus apenas penetraba en Europa, ii) a los días sin IVA decretados que dispararon las aglomeraciones y que tiraron por la borda el esfuerzo de meses de encierro obligatorio, iii) al subsiguiente “aislamiento social inteligente naranja con legalidad” que nadie cumplió; entre otras causas atribuibles directamente a la administración Duque. Cuarenta mil familias perdieron un ser querido, las peores cifras del sur del continente, después de Brasil y Argentina.
La vacunación masiva y la detención de las muertes por el coronavirus sería la gran retoma de rumbo que esta crisis requería, lo cual sólo será comprobable si se cumple cabalmente el plan diseñado, y siempre que no tarde tanto como sucedió con los bonos por atención de covid prometidos al sector salud.
Adenda: La Harley-Davidson de Julián Román desdice mucho de las opiniones políticas de ese señor, quien sobre coherencia debería aprender de los uribistas rasos, quienes han renunciado al trabajo en condiciones dignas y a la salud de calidad, banderas históricas de la izquierda comunista, atea, homosexual y masona. Coherencia por favor. (*Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. )