Alfonso Reyes Echandía

Murió en la retoma del Palacio de Justicia.

Opinión
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Cuando uno pasa por el Palacio de Justicia de Bogotá se perciben sus imponentes columnas y la estética en su diseño clásico, pero la profunda historia que alberga pasa a un segundo plano, en especial, el ataque del M-19 realizado el 5 y 6 de noviembre de 1985.

En esas paredes se consolida la magnífica labor de juzgar a los seres humanos ejercida por los magistrados de las altas cortes colombianas, es allí donde se fijan los precedentes desde el siglo XIX que son la guía para resolver litigios en cualquier municipio del país.

El palacio se llama “Alfonso Reyes Echandía” porque hace 35 años culminó la vida y obra del maestro Alfonso Reyes Echandía, el más grande penalista colombiano. Oriundo de Chaparral (T), estudió Derecho en la Universidad Externado, donde tiene el récord vigente de haber obtenido un promedio de cinco punto cero en su pregrado. Un ser humano sencillo pese a su inteligencia, consciente de la importancia del deporte, respetuoso ante las diferencias y fiel colaborador en el mejoramiento de la sociedad a través de la academia y el Derecho. Fue profesor del Externado durante 23 años, creó la Revista y la especialización en Derecho Penal. Escribió el Manual de Derecho Penal, que sería la base del Código Penal de 1980. Además, logró imponer con raciocinio sus tesis en La Corte Suprema de Justicia; posiciones dadas a partir de una visión íntegral del Derecho contrastada con la realidad social, empezó con salvamentos de voto que contrariaban la posición de los otros magistrados, a quienes persuadió con su envidiable argumentación.

Fue una persona muy profesional, admirada y querida por todos, asequible a sus alumnos y compañeros de trabajo.

Reyes Echandía fue magistrado de la Corte Suprema de Justicia hasta su muerte en la noche del 6 de noviembre de 1985 durante la toma del Palacio de Justicia. Ya son 35 años recordando su profundo legado. Los colombianos fueron testigos de su angustiosa súplica por radio: «Por favor, que nos ayuden, que cese el fuego. La situación es dramática. Estamos aquí rodeados de personal del M-19», hechos narrados con nostalgia y con inmenso cariño por Alberto Donadio en su libro “Que cese el fuego”.

Fue una persona muy profesional, admirada y querida por todos, asequible a sus alumnos y compañeros de trabajo. Una persona cumplida y muy puntual según sus alumnos. Nunca faltó a las clases de siete de la mañana e inculcaba mucho la investigación del Derecho Penal. Los mismos alumnos aseguran que les resaltaba que debían ser buenos abogados, justos y leales con la carrera. En su última clase habló de la conciencia de la pobreza y que nunca debían apartarse de los problemas sociales. Siempre tuvo una disciplina impresionante y una honestidad intachable.

Estas enseñanzas tienen pleno impacto para los abogados de nuestra sociedad actual porque los problemas de antaño jamás se resolvieron. Necesitamos juristas con una perspectiva holística del mundo como Reyes Echandía pues todos los problemas están conectados en algún punto, no estamos solos en la sociedad, si a los otros les va bien, en consecuencia a mí me irá bien. “Desde todas partes hay la misma distancia a las estrellas”.

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