Consejos para clases virtuales

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La realidad es que todos somos oradores porque todos somos comunicadores. Hablar en público es una profesión constante que se moldea mediante hábitos.

DanielCortesEn el último mes he asistido a un centenar de charlas virtuales que me hicieron caer en cuenta de un error recurrente y determinante para dar una buena o mala calificación sobre una charla. Noté que la mayoría de docentes con vasta formación, colegas con experiencia envidiable y profesionales que fungen como jefes hablando en público a diario, tienen una mala oralidad. La incómoda muletilla“eee” pronunciada hasta 10 veces en un minuto o la falta de orden en una exposición de un docente hacen perder la atención desde el inicio en la clase virtual pues le resta fluidez y claridad al discurso. Como dijo un estudiante desmotivado “si la clase presencial era aburrida, imagínesela ahora”. Siempre ha existido la necesidad de aprender a hablar en público como sucede en las clases de colegios y universidades. Por muy sencillo que sea hablar, es otra la percepción que tenemos al momento de hacerlo en público porque hay nervios y ansiedad. Hablamos todo el tiempo pero la mayoría lo hacemos mal. Una herramienta útil para mejorar esta cualidad requerida en cualquier docente es el libro de Álvaro Gordoa, “El método H.A.B.L.A.”, el cual contiene consejos prácticos a partir de la experiencia como consultor en imagen pública del entrañable Álvaro, quien ha capacitado a más de dos mil personas sobre cómo dirigirse a un público con resultados evidentes.

La realidad es que todos somos oradores porque todos somos comunicadores. Hablar en público es una profesión constante que se moldea mediante hábitos. Los libros sobre oralidad se cimentan en “La Retórica” de Aristóteles, quien decía: “somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia entonces, no es una acción sino un hábito”. Entonces algunos expertos aconsejan repetir la misma acción durante 28 días para formar un hábito, por lo que cualquiera puede mejorar su capacidad para hablar ante un salón de clases con presteza. Todos los docentes sienten nervios ante un salón, la diferencia está en cómo afrontan esa sensación. Algunos dicen que para perder el miedo solo debes ser tú mismo pero olvidan que “ser natural es la más díficil de las poses” (Wilde).

El docente debe fijar un solo objetivo para cada sesión de clases, abordar un mensaje principal (tema del currículo) pues poner más de un objetivo puede ser la razón de no conseguir ninguno. También es necesario conocer a quién le estás hablando y más relevante aún, el expositor debe conocer el tema sobre el que está conversando para explicarlo en forma organizada. Todo lo anterior lo podemos resumir en cuatro puntos: objetivo, tema, estructura y audiencia. Los requisitos que debe cumplir toda presentación verbal son la sencillez para que nos entiendan, el conocimiento para manejar el tema sin problemas, la brevedad para no aburrir al público, el orden para abordar todo el tema hasta la conclusión y la convicción para poder contagiar la pasión en la clase que podrá replicar el mensaje con el fin de mejorar nuestra sociedad.

Relacionado con lo descrito, el Foro Económico Mundial compartió en su portal web la publicación 10 steps for transferring your course online”, que contiene también consejos prácticos desarrollados por la Universidad de Harvard y La Universidad Zhejiang que ocupan el No. 3 y 67 del Ranking Mundial respectivamente. Lo primero es concentrarse en la pedagogía, no solo en la plataforma. Hablar con un ritmo más pausado. Dividir la clase en segmentos cortos para ser concisos, que sean máximo 45 minutos por sesión, bajar el ritmo, repetir si es necesario, preguntar si van entendiendo con mayor frecuencia y proponer casos para que resuelvan los estudiantes.  Asimismo, revisar que todos estén visibles en la pantalla y tomar descansos para pausas activas. Por otro lado, el lenguaje corporal se logra por medio del contacto visual ante la cámara, sonreír, utilizar una postura abierta para generar diálogo y fomentar la participación, vestirse como si estuvieran en una clase presencial e indicar que los micrófonos deben estar apagados. Como todo en la vida, la práctica hace la perfección, por eso se exhorta a aprender de los mejores, aprovechar capacitaciones y hacer simulaciones con amigos. Por último, en estos momentos lo menos relevante es la evaluación porque prevalece la salud y la economía de las familias. Razón por la cual, la calificación podrá ser más flexible, oral y cualitativa, es decir, el estudiante será aprobado o reprobado sin asignar una nota numérica.

El docente no debe enfrentar más complicaciones u objetivos que haber guiado al curso en relación con el tema tratado en clase por medio de una oralidad apropiada. Adicionalmente, podemos sacar lo bueno en la dificultad porque existe “la necesidad de desarrollar un marco jurídico que haga posible que la virtualidad sea algo cotidiano en la educación”(Salamanca) y no solo una medida temporal ante la emergencia. Ser bien percibido por los estudiantes se convierte en el factor del éxito educativo. El docente con excelsa oralidad no nace, se hace. Es responsabilidad de cada uno capacitarse en dar una clase agradable para ver, interesante para escuchar y profunda para aprender.

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