Aipe: el chicalá y su efímera vanidad amarilla

No duró ocho días la florescencia del chicalá en Aipe. Por los caminos uno se los tropezaba. A la orilla de la vía estaban sus hojas muertas y otras tantas, tan vivas, tan amarillas, al acecho esperaban un suicidio colectivo. (Fotos: Carlos Andrés Pérez Trujillo)

Nos hicieron sentir en una primavera inexistente; en la posibilidad de una vorágine que ahogaba con su color. En la ilusión de un paraíso amarillo.

Pero no. Ahora todas están muertas. Antes de que sucediera este hecho lamentable, logré capturar algún recuerdo para todos los amigos de El Caracolí.

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